viernes, 26 de noviembre de 2010

FUENTE DE DESEO INCOMBUSTIBLE
















FUENTE DE DESEO INCOMBUSTIBLE








ETERNA LLAMA DENTRO DEL FUEGO..
SUEÑOS Y FANTASÍAS
Oh, carne, carne!;
Anhelo de mis sueños diurnos,
Espera atormentada
De mis placeres nocturnos.

En mi quimera me veo
Postrado de hinojos
Ante tu sexo fértil
Que se me muestra ansioso,

Presto al juego lascivo,
De lujuria, libidinoso.
Inalcanzables se muestran
Tus besos, ponzoñosos,

Anegados de deseo que no toco.
Oh, diosa núbil!,
Inmensa en tu palacio
Del deseo más febril,

Antaño estéril.
La miel de tus ojos
Incita al sexo más atroz

Igual eres
La más grande de las diosas
Como la más vil de las rameras.


A JULIA II
Permíteme, oh, diosa núbil!,
Aunque lo prohiba la moralidad
De esta estúpida sociedad
Que me enamore de ti.

Que me enamore de tu deseo;
Ojos tiernos,  mirada incisa.
Ojos que despiertan lascivia
En mis torpes sentimientos.

Que me enamore de tus dulces labios,
Perfectamente trazados bajo tu nariz,
con su saborcillo a limón y anís;

con tu sabia lengua humedecidos.
Que me enamore de todo tu cuerpo
Que irradia tanto deseo.


VELEIDADES
Quiso mi sangrante herida
Que pusiese en mi camino
El más cruel de los destinos
Y te cruzaste en mi vida.

Como el ave que va de paso;
vuelo arriba, vuelo abajo.
Tras mucho trabajo
Para verte, pasaste. Ni caso.

Tu llegada a los contornos de mi vida
Rodeada estuvo de un luminoso aura
De quiméricos pensamientos,

En un vano intento de querer turbar,
Lo que despacio besaba,
Solo con el susurro de mi aliento

.
MUTUO DESEO

¿Sientes como te miran
suplicantes mis ojos
con lascivia?. El enojo
que me causa y la ira

por no ver correspondida
esa mirada caliente
que te busca entre la gente,
me esta produciendo herida

en mi corazón ansioso
de pecados concubinos.
¡Bebamos todos del vino
de tus besos amorosos!.

¡Dejemos los caminos
libres de falsos prejuicios
y entregémonos al juicio
que nos depare el destino!.



CONFIESO
Confieso, firmemente, que he pecado
Mucho de pensamiento;
Pero en absoluto me arrepiento
De haberlo hecho. Callado

Lo tenía, como una tranquila noche.
Secreto y oculto, como el lugar
Donde el tiempo reposa, como el lupanar
Donde sacio mi deseo. No reproches

Mi comportamiento que así haya sido;.
Pues sé que estoy como he empezado
Y aunque no puedo eludir lo pensado,


OJOS COLOR DE MIEL (Acariciando la felicidad)
Arrulladas nuestras palabras
Por el alcohol y el ambiente
Cargado de aquel antro. Simplemente
Nos mirábamos. Macabras

Nuestras apetencias, solamente
Las sabíamos tú y yo. Circunspectos
Los dos. Raros espectros
Del pasado, aunque presente

Sean para mí. Tus deseos ignotos
Son para mí inalcanzables.
Explotaré mis más que probables

Posibilidades, aunque remotos
Sean los triunfos posibles.
Tu y yo somos indivisibles




TANTO DESEO
Ojos marcados de triste
Contorno, labios pintados,
De color suave bordeados.
Eres, presagio en ristre,


La bestia que por las noches
Me mete el miedo en el cuerpo
A veces quiero estar muerto.
Tus continuos derroches

De amor en las tinieblas,
Me atormentan. Esperanzas vanas
Que se pierden esperando mañanas
Que solo traen mas niebla

A mi confusa mente. Olvidos
Atormentados de recuerdos.
Vacuos pensamientos cuerdos
De fatuos momentos vividos.

Tus pasos son firmes, no así
Tu risa, a veces mezquina,
Por esa ansia que te domina
Y te aleja aún más de mí.

Tú juegas a tres bandas,
Tetrado es mi juego;
Escúchame un solo ruego
Y después me mandas,

Si tu quieres, al carajo.
Lo mismo me da un poco,
En mi caminar de loco,
Más arriba o más abajo.


DESEO
¿Sientes como te miran
concupiscentes mis ojos,
con lascivia?. El enojo
que me causa y la ira

por no ver correspondida
esa mirada caliente
que te busca entre la gente,
me está produciendo herida

en mi corazón ansioso
de pecados concubinos.
¡Bebamos todos del vino
de tus besos amorosos



y dejemos los caminos
libres de falsos prejuicios!
Que nos fusilen sin juicio
Si es lo que busca el destino.





FUENTE DE DESEO INCOMBUSTIBLE

LA ULTIMA NOCHE
Con su brillo tenue, de madrugada,
el sol, astro infinito, de vida inextinguible,
de muerte perpetua, refulgente de quietud;
va a dar luz a otro lecho, opaco,
que no es el mío. Cuando se pierde
en el diario crepúsculo de la vida ordinaria,
la claridad de los sueños, intensa,
llega a tus ojos exánimes del insomnio,
ojerosos de los vicios del hombre.
La noche extiende su manto lúgubre
sobre los sentimientos cóncavos
de aquel amor diurno, brillante y límpido
que  mostró sus ojos claros
a la inmensa oscuridad de mi vida.
Ya casi no me acuerdo, creo que llorabas,
que gotas cristalinas de rocío
humedecían los pétalos de tu cara.
Por los poros de tu piel,
seda profanada por infieles,
sudabas cinismo: -se queja mi alma-
decías susurrando cuando nos separamos;
ya casi no me acuerdo, fue todo tan aprisa,
tan raudo, tan vertiginoso.
Pero al final, tus propios espejos te delataron.
Los ruidos del motor ya no se oyen,
una inmensa quietud todo lo arrolla.


FUENTE DE DESEO INCOMBUSTIBLE
Surges polifacética como las nubes,
Fuente de deseo incombustible,
emanando fuego de pasión voluptuosa.
Llama eterna dentro del fuego
De mi amor, de mi pasión incandescente.
Agua dulce dentro del mar,
Olas de fuego atormentadas
susurran amor con vehemencia,
Que llaman a gritos de locura.
Libido arrastro tras la estela
De tus pasos. Senos caídos.
Deseo erguido. Sublime.
Eres la nada y el todo;
La muerte y la vida, el sexo y el hastío;
La noche y el día.
Ternura de madre,
Desprecio de suicida. Ámame.
Vuela a los estambres de la vida
Y ámame. Despliega las alas
De tu amor, tan intensas.
Vuela y traspasa mi penumbra,
Mi añoranza, ¡vuela! A la muerte y al amor.
Nunca te llego, nunca;
Y sin embargo, te estoy tocando; rozando tu perfil
Con la yema de mis dedos.
Solo nos separa la ansiedad,
El deseo incontrolado.


POESÍA INALCANZABLE
A veces, el sonido del silencio escucho.
Ecos lejanos de frases nunca pronunciadas,
Que esperan irrumpir como un torbellino,
Retumban en mis tímpanos.
Reminiscencias, migajas que me dejaron
De aquel pan que mató mi hambre pasada.
Migajas de recuerdos que saciaron mi esperanza.
Migajas que alimentaron mi aliento en el camino,
Que llenaron de ilusión mis lágrimas.
Aún, aunque lejana,
Puedo ver la sombra amarga
De la risa de unos labios, insensible conciencia,
Días que se pasan en la indigencia,
Y, a pesar de todo, creo que aún la amo.




AQUEL PAYASO DESASOSEGADO
A veces, el desabrido del silencio
Escucho palpitante en las palabras,
Calladas.
La sombra amarga de la risa forzada
Cae de tus labios con ironía
Como el chiste jocoso del político de turno.
El excelso cuerpo del silencio.
Los golpes de los nervios
En mi estómago delatan mi ceguera;
Balbuceo. Traición en mis pensamientos.
Yo no soy yo, o quizás, soy yo ahora.
Presente en mis sueños.
Veo tras mis párpados cerrados
Como una pantalla de diapositivas,
El desfilar de unos sueños,
De un vivir sin muerte.
Trémulo el labio, las manos;
Todo tan alterado, y tú tan quieta.

RECUERDOS DEL OLVIDO
Silencios profundos, Inmensa quietud,
Que vagan por el aire a solas.
En nuestra alcoba era otra cosa,
Era noche de placer, de deseo onanista,
De orgasmos impuestos por tradición.
Pero esta noche, esta todo tan en calma,
Tan en silencio. Me parece oír su llamada
A lo lejos, entre montañas de música estridente,
Entre sus pausas y mis recuerdos
De aquella infancia, junto a las olas
Que derretían en nuestros tobillos desnudos
Su espuma salobre y breve.
Eramos dos fugitivos al margen de las leyes
Corriendo contra el aire tenue
Tras los pasos veleidosos del amor.



CIEN AÑOS DE SOLEDAD

Cien años de soledad
Y más que cien años mil, un millón si falta hace.
¡estabas tan guapa!
Era tan distinto todo, y sigue
Siéndolo aún,
Aquel día a los demás.
Baten, todavía, esas imágenes
Sus alas en mis sentimientos.
¡tanto te deseo!
¡estabas tan guapa!.
Tan deseable, tan mimada.
Solo un imbécil podría
No darse cuenta de tu belleza.
Humillas con tu paso
Cuanto tu vista rodea,
Tus impulsos, tu vida entera.
¡será posible que en otros lugares
ni siquiera te entiendan!.
Mándame un suspiro, intenso,
A mis estertores que me resucite
O me lleve, para siempre, mar adentro.




EL BORDE DEL ABISMO
Mis  recuerdos de aquel día del verano
fueron palideciendo, enturbiando su risa,
proclamando sus sueños perdidos,  removidos
de los cajones de aquel silencio polvoriento.
Quedaron estancados en aquel callejón
comedido y estrecho,
donde la vida se hace silencio, entre palabras,
donde a la sombra de un pobre borracho
la farola pierde su luminoso encanto,
donde no existen orden ni concierto,
pues todo esta hecho y dispuesto.
allí donde la muerte roza a cada instante
el bello de tus poros sedientos,
donde no sabemos si estamos vivos
o nos encontramos ligeramente muertos;
algo así como la vida misma.












Aparcaste tu coche donde siempre,
tras parar el ruido del motor,
se abrió la  puerta con violencia,
Debías estar enfadada por algo
que no sé que pasa. Desde dentro del bar,
al otro lado de tu vida amarga,
me encontraba mirando,
ansioso, esperando
que salieras del coche en minifalda
y pudiera ver a ráfagas fugaces,
como un relámpago en el corazón de la tormenta,
tus nobles piernas, tus finas bragas,
que despiertan mi libido,
mis ansias de deseo inacabables.
El ruido del bar me era indiferente
estaba distante de aquel lugar,
Te  mandaba en espirales de ilusión
mis sueños, te tocaba con mi vista
los pechos, los imaginaba como un suizo
espolvoreado de harina y azúcar.





Me ofreciste tu cuerpo en una esquina
“por un puñado de dólares”;
trampa mezquina la de las nobles
conquistas del dinero.
Te anudaste a mi boca con la tuya,
en un beso infinito, inacabado
por que no llegó a tanto el dinero
que había pagado por tus servicios.
Vieron mis ojos, lo que nunca pudieron
ver otros, lo que nunca hubiera deseado
ver. Serpiente arrojada a mis pies
para ganar mi honra.
¿ Y después?




UN DÍA COMO TODOS
Como tu amor, hay una niebla
que te empapa los huesos.
Ladran perros lejanos, aullidos de miedo intenso,
parecen gritos de muerte entre un enorme silencio.
Los pajarillos no pueden esconderse
tras las hojas de la acacia;
el piar, en la mañana, suena limpio
como el agua que corre cristalina por el angosto arroyo;
su volar de rama en rama atrae mi mirada.
Por los maderos que sujetan la parra
resbala el agua, es enero,
y aunque parezca
que esta acabando el invierno
todavía quedan meses de agua y hielo,
de viento gélido y, a la vez, de fuego.
Esta rompiendo el sol entre la niebla, como traspasa
la nueva vida, el umbral del mundo.
Recuerdas ahora aquella mañana,
es como si estuviésemos viviendo
aquel alba inmenso de nuevo,
como si en un lapsus el tiempo
se hubiera parado en aquel instante
y ahora despertáramos del sueño.
Hay muchos días, parecidos,
pero ninguno es idéntico.
A veces tienes la sensación
de estar merodeando en una situación
que ya antes habías vivido
y tus pensamientos se confunden.
El mismo sol, el mismo cielo,
el mismo lecho; pero nuestro amor
ya no es el mismo,
ya solo queda un tenue deseo,
un ligero velo; un soplo de aire fresco en la mañana,
que de vez en cuando,
acariciando nuestros momentos,
acerca nuestros murmullos,
nuestros silencios,


nuestras caricias y nuestros besos.
¿Recuerdas, ahora?, estábamos sentados
en la parte trasera de aquel viejo automóvil,
testigo de nuestros yerros,
de nuestros hurtos de tiempo.
Entre ese amasijo de hierros,
de seguro, aún resuenan nuestras palabras,
entrecortadas por los jadeos.
Solo había un poco de sexo,
lo demás: amor eterno -lo juro-.
Ahora, ahora hay el poco de sexo
pero del amor, apenas me acuerdo.







ENTRE TU Y YO
Cómo envidio a ese aire
que tus labios roza,
y a ese soplo de viento
que acaricia tu boca;
a esa esperanza remota
que tu alma alberga
hasta en la muerte;
a esa suave blusa
que acaricia tus senos
con sus manos temblorosas.
Ese susurro que llega
a tu oído, casi imperceptible,
son lamentos de vida
que mi boca arroja, a bocanadas,
desde el sufrimiento
que rompen las olas
cuando el mar azota
esta playa sombría, sola,
con fuertes acantilados
donde el viento, temeroso
de sus escarpadas rocas,
vuelve contigo,
llevando en sus brazos
palabras de amor,
canciones que nunca cantaron,
dulces melodías,
que hace ya tiempo,
dos almas iguales
entonaron con distinto son








Me deleita mirarte a los ojos,
aunque muestres tus piernas,
largas como álamos en el cauce del río,
cuando estamos de frente;
y los busco con ansia,
como desesperado.
Crepitan con furia
cuando en un punto del aire chocan
con los míos;
y vuelven, los tuyos,
inquietos hacia ningún sitio,
donde no los coja,
a protegerse del mirar incisivo
de aquella paloma.














Como al fuego,
Una chispa encendió mi amor sublime,
Y con el aire tenue
Como el que mece tus cabellos
Esparramose enseguida por mi cuerpo.
Cuanto más deseaba sofocarlo,
Más vanos eran los intentos;
En vez de extinguirse
Raíces echó hacia mis adentros.
Una vez que mi cuerpo
Totalmente copaba,
Como el fuego que derrite las llamas
Quedaron rescoldos, ascuas
Silenciosas, pero  que abrasan.
Las brasas, como el fuego,
Sino les echas leña nueva
Se agotan y se apagan.
Una mirada, una sonrisa bastan.
Un halo de esperanza
Para que la llama de mi amor,
Como el fuego, de nuevo comience

Me alegra el pensar
Que no eres diosa,
Que simplemente eres mujer.
Mujer con tus propios defectos;
Con tus arrugas, con tu tripita
Fláccida y blanca.
Si nos cruzamos
puedes ofrecerme un saludo suave y dulce
Como el recuerdo del primer amor.
Que tu voz suena hueca y clara
Como los acordes de aquella guitarra
Que su razón tienen de existir
En la lóbrega boca del metro.









Tiñó de rojo de sangre
su asfalto la carretera.
Como una morbosa fiera
que saciar quiere su hambre

busca víctimas, es igual
a quien le toque ¿ acaso
cuando, pongamos por caso,
tiene hambre el animal

se recrea en mirar
su apetitoso alimento?,
o, simplemente, su manjar

come. Retó al viento,
quiso volar como él,
perdió. Hombre de poca fe.







Solo busco la forma
de hacer buenos versos.
Es como ese amor
que te acaricia con la mirada,
mima tus cabellos
con sus palabras,
pero nunca con sus labios
rozó los tuyos.





  SONETO A MI VIRGEN DE YUNCLER
Arrancare los ojos, ¡ladrones
de nuestra fe! Pero dejadme ver
antes, esos ojitos tristones,
redondos, de mi Virgen de Yuncler.

Nombrada, Carmen, como mi madre,
Virgen del cielo, Santísima,
las puertas más difíciles abres
a nuestras gentes, Reverendísima

Ilustre. Aureola de gloria. Mejillas arreboladas
fulgida cara serena, rosa
bruñida de amor devoto. Hermosa

 mujer. Transfigurada madera acicalada
de alhajas. Transidos llantos
permutados en jubilosos cantos.

Tú eres la reina.



A ver, dime- frunciendo el ceño,
enojada, me gritaba-:
¿alimentaremos a los pequeños
con los escritos que acabas?


¿Quién es el que se alimenta,
en estos oscuros días
de pasión y de tormenta,
de la maldita poesía?.

-Si es que te pasas el día
escribiendo sin parar
para nada; si pudieras trabajar

en algo más, te comprendería
que lo tuvieras como una distracción,
pero antes esta la obligación.





















Llamaste con tanta ansia a las puertas del cielo
sin siquiera mostrarnos un ligero señuelo
que nos hiciera presagiar tus macabros pensamientos.
¿Por qué lo hiciste? Tan importante era dejar el suelo,
morir y marchar, ¿a dónde?. Ligero, vuela ligero
por los confines del más hondo sentimiento.
Te nos escapaste sin dejarnos siquiera el consuelo
de saber por qué lo has hecho



Sentados en la arena,
la fina arena del mar,
envueltos en corrillo
nos preguntamos unos a otros
- ¿qué es para tí la belleza?
- esa catedral inmensa y serena,
aquella avenida de nuestros paseos;
la Laguna Negra,
el perfil de aquel castillo
en lo alto de la loma;
la larga cascada del río Mundo
en su nacimiento, el río Cuervo,
la hoz de Beteta,
y muchas más cosas
que en mi tierra veo.
-¿ Y para tí?
-Los ojos de Ague,
la nariz de Nessa
y de Margarita su crespa melena,
el perfil de Sonia,
las manos de Elena,
las nalgas de Sol, de Mar sus caderas;
el paso de Jessi y su sonrisa abierta,
los muslos de nácar de María Teresa,
los senos de Conchi
y de Pilar su lacia cabellera
partida en dos crenchas
que cubren en parte su frente serena;
los labios de Pepi, tan finos,
y de Mari Jose su barbilla inquieta;
los ojos tan llenos de sentimiento
de mi hermana Pauli,
la sonrisa de Irene
tan humilde y sincera, en fin,
¡la mujer, a secas!.
- ¿ Y tú?
- la noche estrellada,
el azul del cielo,
las olas del mar,
la huerta en verano,
la nieve en invierno,
la hierba del  prado,
el agua que corre tranquila
y serena por entre las piedras,


la lluvia, los pájaros
y cientos de cosas que a diario veo.
- ¿Es acaso el vino que chisporrotea
en vuestras cabezas
el que os hace ver
lugares tan exquisitos,
mujeres tan bellas,
colores fantásticos
y tantas estrellas?
Para mí la belleza es el aire a solas,
su música cuando se restriega
contra cualquier forma;
el calor del verano
y el frío del invierno,
la luz  cegadora que nos llega
desde el astro eterno;
el silencio de un monasterio
perdido entre la arboleda;
la virginidad de una hermosa
doncella, tan pura;
la cara abstraída de una muchacha
cuando se enamora
por primera vez;
la infancia añorada
en la que el abuelo
sentado sobre sus rodillas
nos contaba cuentos,
el niño que llora
buscando los pechos
de su hermosa madre;
el padre tranquilo;
las niñas jugando,
el jardín de la abuela
con sus flores multicolores
y la umbría de sus pinos
con olor a trementina
cuando el viento
se inmiscuye entre sus hojas;
aquel que es hermano
y fiel compañero,
la alegría inmensa
cuando es compartida,
los versos de Bécquer
y algún poema de Gabriel Celaya;
mucha poesía
que mis ojos tragan,
y un montón de cosas
que a diario siento.




Cuando Dios me venga a ver
en ese estúpido sueño
que es la muerte,
tranquilo me iré a su lado,
no sin antes esconder
mis secretos en tus brazos.















PRESAGIO DE TORMENTA
Quiebran el aire,
surcando versos alados,
alegres y risueñas,
las golondrinas; suben y bajan,
jugando al cruce de una pasión,
emitiendo breves y agudos
pitidos de emoción estremecedora;
bajo las vigas y las cornisas, semicaidas
y carcomidas por el
circunspecto paso del tiempo,
de aquella abandonada estación,
donde veíamos pasar el tren,
como si el paso del tiempo se tratara,
sentados en el badén
para que el aire  arrebujado
que traía entre sus hierros
nos levantara el flequillo;
cuelgan sus nidos, embarrizados,
llenos de sueños de vidas nuevas,
tan frágiles, tan livianas y pequeñas.
Gritan las hojas de los árboles.
Gemidos dolorosos de silencios
inaguantables y hermosos,
quejas amargas y vanas,
Zarandeados e importunados
por el fuerte viento, los árboles
amenazan partirse por el tallo
en cualquier momento.
Agachan sus ramas hasta el suelo
como si reverenciaran mis pasos
tristes y melancólicos bajo la tormenta
desatada de aire y fuego.
Al fin llegué. Subo a casa.
¡Qué calorcito el abrir la puerta!
Me siento seguro y extraño.














Aquí me tienes a mano;
Pauli, yo no me escondo,
estoy alegre y orondo
de ser tu pequeño hermano.

Aunque tu dicha evanescente
que se evapora me ponga triste
y aunque no lo comprende, la gente
me trae al fresco. Lanza en ristre

cual Quijote aventurero
que navega en su caballo, placentero,
buscando aquellos entuertos
que te traicionan la mente
vagaré, triste, eternamente
si no los presento,  muertos.



Quisiera ser un poeta, madre,
solo un humilde poeta,
para robar a la luna
su manto negro de perlas,.
y esconder en un poema
mis sueños de plata y seda.
Colgar del arco-iris
Palabras de amor eternas
Y poder quitarle a la nieve, para ti,
Su hermosura blanca y quieta









El último romántico silencioso en su esquina

¿Por qué dices que no sirve de nada?
Con tus sueños contribuyes al progreso del hombre.,
Y con tu vida inspiras un poema en la mente más cándida.
Recuerda, ya solo ocupas un lugar en la memoria,
tus sueños solo habitan el olvido.
Tu imagen no se me borra de la cabeza un momento
como queriendo hacerte eterno, enmarcarte
como una fotografía
que permanece eterna en el salón de casa.


Por la puerta de Bisagra,
El tiempo corre en un grito
Y restregando sus piedras
Penetra el aire encendido.
El recuerdo del poeta
Tus calles mantienen vivo;
Con el laurel de la gloria
Marcarlo quiso el destino.
El devenir de los días
Mucho más llano se hizo
Y así será par siempre
Por los siglos de los siglos


Como un feto,
en su matriz protegido,
guarda en su arrullo ese río lánguido, silencioso,
a mi Toledo querido.
Lamentos de aquel rey moro
Por tus callejas perdidos
Resuenan en las murallas
Venciendo cualquier olvido;
La huerta de Galiana
Que un día fuera castillo
Llora por el esplendor
Que ganó siglo tras siglo
Y que aún a día de hoy
No lo  damos por perdido.
De  aquellos comuneros,
Ahora muertos, ahora vivos,
Queda el recuerdo perenne
Por los siglos de los siglos.
De aquel valiente Padilla,
Predilecto de tus hijos,
Que desafió al  magno imperio
Con gallardía y compromiso
Perdiendo su insigne vida
Y ganando gloria y brillo
queda  su nombre en la historia
con palabras de oro escrito
¡Qué bizarría!; ¡qué poderío!
El de tus insignes piedras
Que se miran en el río
Como un espejo de tiempo;
Testigo mudo y sombrío
De todo cuanto acontece.


Reflejadas en sus aguas,
resuenan en sus murallas
clarines que evocan glorias pasadas,
fulgor de siglos resuella
en piedras tan laureadas.
Símbolo de la triada
que gobernó el Occidente,
estigma imperial, vaga
por tus angostas veredas
un aroma grave cargado de tiempo.
Se escucha desde tus riberas
perdidos lamentos de un rey moro
enloquecido por la perdida ciudad
emblema de los caudillos.
Comuneros de Castilla
que habitan tu más recóndito
corazón; seguidores de Padilla
que ante la corte extranjera
sus brazos al cielo alzó,
aún conservan estas calles
la osada rebeldía con que un día
buscasteis la revolución.






mis palabras son gritos
desesperados en la noche,
reclamo de inocencia
en esta muerte, irremediable,
que proviene de las fuentes de la vida





Como la nieve, espontánea,
lenta, silenciosa y blanca.


Silencioso y mágico
como los Reyes de Oriente





Sientes que desde que naciste
empezaste a vivir buscando la muerte.
Ganas inmensas de crecer,
de absorber la vida, de quemar los años
de una vez por todas.
El liviano susurro del tiempo
que amenaza la vida se deshace en tu oído,
desploma tus huesos en vanales vivencias;
el hastío de los años se apodera de tí
y te hunde en sus sueños
enfangando tu memoria de recuerdos inútiles.
El olvido de siglos se presenta en la muerte
con su traje de gala;
sueñas con hombres que nunca existieron
y mujeres que existen solo en tu pensamiento.
mueres tranquilo, con el ansia quebrada
por el sueño infinito.




El rito de una costumbre
se rompe con la fuerza de otra nueva,
al igual los sentimientos
superpuestos en el corazón, poco a poco,
dejan paso a otros nuevos
que desaparecidos dejan resquicios
en la frágil memoria,
solo superado por otro aún más fuerte.
Cada día que empieza
Es el primer día
De lo que te resta de vida
Y te tiras a la calle .
Sientes tras la esquina
que la muerte murmura en tu espalda
que te has escapado. El alma
del cuerpo que muere pasea ante tus ojos
en décimas de segundo.
La vida te sigue
como un sueño macabro
pues la muerte vive contigo.
En aquella autopista,
amasijo de hierros -chatarra- y  vidrios rotos,
esperanzas se quiebran, truncadas ilusiones
que vuelan con el alma hacia el olvido.
Mientras todo sigue como si
Nada hubiera pasado.
¿Por qué lo ponemos todo tan difícil?
Vas buscando perfección,
Ir mejorando día a día la existencia,
Y solo encuentras muerte,
Solo muerte aquí y allá.
Moriré sin acostumbrarme
A ver pasar la muerte a cada instante.
El cupón ha caído en la esquina de enfrente,
en la radio escuchas los millones del bote
que han tocado en un pueblo.
A mí que me roza la muerte
y me sigue tan cerca el dinero fácil
no siento zozobra ni espesa codicia;
solo quiero vivir para morir tranquilo,
y sentir, con la copa en la mano,


que la vida es t
an solo un golpe de suerte.


Aquel que cayó al agua,
en silencio lo arrastra el tiempo:
Lo miramos alejarse lentamente
como el crepúsculo o el amanecer
de cualquier día, o como lenta y sielnciosa
pasea la luna en la noche vomitando escarcha,
impregnando todos los rincones desguarnecidos ,
desamparados ante el seco y penetrante frío helado;
hasta -antes o después- desvanecerse del todo,
Desparramarse en el aire que nos impregna,
espeso y vacío, los tibios ojos,
como las flores en la mañana rociada
lo anega el llanto.


LOS TRES EBRIOS
Bebíamos en aquel antro
intentando alargar la juventud perdida.
A veces, salíamos abrazados a la calle,
entrecruzados nuestros brazos,
encima de los hombros, por el alcohol
que hacia el aire fresco nos empujaba a trompicones,
nos habíamos emborrachado considerablemente.
Fuera, el agua de la lluvia resbalaba, pesada,
por nuestras caras, serpenteando graciosa y tranquila;
gotas de sudor complaciente insinuadoras
de la satisfacción del trabajo bien hecho.
Dicen que el universo es infinito
Y sin embargo, se acuesta a nuestros pies
En aquel charco.
Fijaros como rompe el agua
la quietud de la luna y las estrellas
y zarandean las ondas con suma suavidad
su frágil cuerpo. Una ínfima piedra remueve
la vida más tranquila de este mundo.
Al instante nos encontrábamos chapoteando alegremente
los tres en medio del baño.
Se rompe el paisaje de la noche a nuestros pies.
Con tu tosca carcajada hiriente se hace añicos el silencio.
Ha temblado el mundo bajo nosotros, aún borrachos,
aunque tan solo sea de unos litros de agua de lluvia.









Hay unos ojos que parece que me miran de continuo.
Unas caderas, grácil movimiento, quiebran  dulcemente
el aire tibio y arrastran mis ojos hacia sus dominios.
A todas las deseo a la vez,
más no amo a ninguna, por si acaso.
Sus risas entremezclan mi avaricia y mi deseo
y un oscuro anhelo de posesión
irradia de continuo en mi memoria,
esclavo de mis miradas
E incluso, un idiota sin consuelo.


Un nuevo resplandor,
una inmensa alborada
renacida de nuevo a cada sístole espontánea.
Vivir, vivir a cada instante intensamente,
en plenitud, salvando los escollos
tempestuosos con olas de alegría.
Vivir, vivir es amar
y amar es vivir profundamente,
levitar dichoso en el espacio infinito



La sombra de mis sueños
ocultos en algún lugar de la memoria
se proyecta aletargado sobre sus vidas,
sobre el destino infinito
que guía nuestros pasos hacia ningún sitio.
Ahora que ha pasado me doy cuenta
que la vida no es nada,
solo una imagen vacía que se oculta en la memoria
y que a veces repasamos
como una película de video
que nos llena de nostalgia
por los ojos de nuestros recuerdos
hiriendo los momentos de melancolía.






Tengo la sensación
De haber luchado con la muerte en vano,
De seguir viviendo para nada.
Hoy es de esos días
Que uno necesita emborracharse.
No se si mereció la pena,
La vida, de nuevo, me enseña sus dientes


                                                        
                                                           ¿serás amor, un largo adios
                                                             que no se acaba?
                                                                             (Pedro Salinas)
No importa que mires
Pues tu ceguera es aterradora.
Ni importa que calles
Aunque tu silencio sea enloquecedor,
Recuerdo sus pupilas, aún vidriosas,
el timbre cándido de su voz que al alma llega,
arrimado por el gélido aire de la noche fúnebre.
Aún la recuerdo,  aquel ocaso,
en aquella ventana que da a la calle ancha del pilar,
entre cuyas macetas mis recuerdos se enredan,
un día lluvioso que se llevó mi infancia,
un día cuya lluvia mis huesos dejó calados para siempre.
Igual te veo disfrazada de india
que paseando tu petulancia de estrella rutilante.
-te quiero, te quiero,
retumba el eco
en el vacio del olvido.
Tus pasados momentos
Tiran con fuerza como la sangre.
Aún perdura flotando en mis sueños tu pasado.
El tiempo marcó nuestros destinos.
Aquella fotografía perdida
era el símbolo predestinado de aquel funesto amor,
el estigma maldito.
Bebo. Bebo
Y vivo a golpes de alcohol
Intentando vomitar aquel naufragio.
Solo me queda oír de los labios del recuerdo
El eterno susurro
y sufrir del olvido el castigo;
pisar la tierra que sus pies pisaron,
beber en la fuente que suya fue un día
y morir, morir con mis recuerdos  y su olvido.
Nunca fuiste pasado en mi memoria,
Nunca fuiste una meta en mi futuro,
solo eres presente, solo presente.



Siempre soñé escribirte un poema:
pues aquí lo tienes,
despojos de una vida,
jirones de una infancia
que fui dejando en cada espina
de la rosa que ufana se me mostraba.
“Hubo un día, escrito de tu puño y letra,
que la ilusión se hizo infinita.
El deseo quedó quebrado
y se hizo eterno como eterna
mi desazón y mi naufragio.
Hubo un día en que la oscuridad de los sueños
y el amor imposible
se hicieron transparentes como el aire tibio de la tarde.
Hubo un día, cuyo significado
quedo para siempre grabado en mi memoria.
Hubo un día, en que mi huella,
Con cierta música de fondo,
Quedo indeleble en ese sitio,
Entre los acordes de un tiempo divino,
De un tiempo preciso.


Así como los ojos a la oscuridad se hacen,
mi amor fue haciéndose a la noche.
No llores amigo ahora
que el silencio te reclama;
guarda tus fuerzas para seguir viviendo.


Besarte a dentelladas es deseo,
Amarte es diluirnos en un beso,
Buscar el punto de encuentro entre dos almas
Tan distintas como el número de besos.
Sentir el beso es naufragar,
Naufragar en un mundo de intereses.


Este no es mi pueblo yo así no lo quiero.
No quiero un pueblo lleno de odios,
presiones y rencores;
quiero un pueblo libre y a la vez unido,
donde los hermanos sean hermanos míos,
donde los vecinos seamos amigos.
Quiero un pueblo limpio
donde el ruiseñor, en la primavera,
cante junto al mirlo.
Cada cual que arrime, según sus fuerzas,
el hombro por nuestro progreso,
y hacia el altruismo, aquel que no entienda,
abra sus oídos a buenos consejos.
Que los gobernantes,
como Platón nos dijera, fueran los más justos.
Que las desgracias juntos compartamos
y las alegrías todos celebremos.
¡No sé si lo entiendes!
Tan solo pretendo
explicar a todos que este es nuestro barco
que aquí estamos todos
y si se nos hunde todos naufragamos.
Solo quiero, que tomes conciencia
de lo cuanto te he dicho,
y si te he ofendido, de veras, lo siento,
no fue intencionado



Sin duda, para escribir un buen poema
Hay que estar emocionado, impresionado
Por algo que ocurre, sin apenas, antes,
Haberte dado cuenta.
observar la corriente de un arroyuelo
En lo alto de la sierra,
O recordar el amor de la infancia, el primero,
El irreal que nunca sucumbe


Inquietud, temor a lo desconocido
La inseguridad me arrastra
Hacia lo indeciso.
El deseo de ver y poseer
Es mayor que el ansia de vivir,
Mayor que el rito seguro y firme de caminar
Por donde la sensatez nos dicta
Y la cobardía nos refrenda..



El más cruel de los destinos,
Quiso mi sangrante herida,
Te pusiese en mi camino
Y te cruzase en mi vida

Pasaste ante mí, arrolladora
En tu hermosura, prendado quedé.
Maldije mil veces la hora
En que te.Hallé

Por los más inhóspitos caminos
Tras tus pasos  caminé;
Paradoja, cuando el destino
Te puso ante mi callé.

Te miré largo tiempo suspirando
Hubiera querido mirarte a los ojos,
besarte, pero tu imagen se fue evaporando,
dejandome unos tibios despojos,

que acabaron, lentamente, en nada.
Desde entonces, mis ojos, obcecados,
Clavaron en el vacio cu mirada
Y el mundo quedó desamparado.


Imagen tenue
Que mis ojos refjejan.
Amarga ironía de tus labios
Puedo encontrar.
Cínica, embustera;
Me has vuelto a engañar
¿qué otra cosa de ti
podía esperar?




Los torpes movimientos
de mis manos, temerosas
de no encontrar los pensamientos
adecuados, ansiosas

de encontrar adjetivos
hermosos que definan
mis sentimientos cautivos.
Buscan en las brumas que dominan

Del amor, La semántica ilusa
De mi mente. Cuando el sol
Aclare. La obra inconclusa
Se acabará.¡qué despertar!. ¡oh amor!.



Brotas en mi con formas
Nocturnas, sabáticas.
Rompiendo las normas
Tu belleza demoníaca

Me aturde. No soy dueño
De aquel vesánico cmor
Que dormido en un sueño
No me causó dolor

Hasta el momento. Henchido
El corazón. Sangrando,
De melancolía herido.
Tu amor me estaba dominando
,
Alambicado, sin darme cuenta.
De tu hechizo dominante.
¿Cuándo podrá subir la cuesta
y seguir hacia adelante?



Medias luctuosas de seda
Visten tus albas piernas;
Disfrazan concupiscentes venas
Que por ellas serpentean.

Cruzadas a veces, otras paralelas.
Voluptuosidad que anhelas
Llegar a tu mirada inquieta.
Mágicos sueños que deseas.

Por más que intento desviar
Mi taimada vista, indómita,
De tus piernas largas, lisas,
No puedo, me someten

Sientes desasosiego
Al descubrir mi ojeada
Que se antoja descarada.
Cruza las piernas de nuevo

Niña bonita, que ardo
En el mayor de los deseos
De ver el pico, fugaz,
De tus caladas braguitas.



Eres para mí, aunque muerta,
el sueño más bonito que he tenido,
La aurora que despierta
El dormir de mis sentidos
Y el amor en el fondo
De mi sangrante y triste corazón.
¡Cuántas veces eb el limbo,
llorando de impotencia y rabia
te he abrazado,
y ni siquiera sé, si tú
en tus noches de amor lo habras notado.
Cuántas veces al chocar
Tus ojos con los míos
En otra dirección has apartado
Y frío estremeciendote has sentido.
Si por un momento
Tus ojos color de almibar
De mis t4riste  vista no apartaras
Penetrando por ellos,
Bajaría hadsta el fondo de tu alma.


Rinnnng, riiinngg.
El bostezo de la vida me trae tus recuerdos.
n-401, M-40,
Hospital Ramón y Cajal.
El último año de mi vida,
Ha sido un duro poema,
Un poema escrito
Entre la planta 5ª y 6ª de este hospital.
Cantos de salves rocieras,
Manos que se posan dulcemente
En mi hombro desnudo,
¡jamás en un poema tuvo cabida tanta ternura!
El amor y el dolor
De la mano unidos van
Nunca vuestra  blanca imagen
Denota cansancio, incomprensión;
Solo despides ternura,
Solo cariño rezuman
Vuestras manos.
Vuestro canto de cisne
son palabras de aliento en el camino.
¡os quiero tanto,
que a veces, me dan ganas de llorar!.


Las estrellas esplendentes
Rielan mansamente sobre el iris de tus ojos,
Más negros y profundos que la noche.
También hay estrellas
Que brillan por su ausencia
Cuando más su resplandor se necesita.
La vida me diste MADRE,
Quizás no adrede,
Aún sin conocerme, la vida me diste.
No sé si agradecertelo o reprochartelo.
Una inmensa luna,
Que refleja tus sentimientos,
Adorna mis noches
Bajo la suave luz de una candela.
El mar en calma.
El camino hacia ningún sitio
Aquel donde nunca termina el horizonte
Se hizo más llano
Y la vida termina como empezó:
Con un fuerte llanto.















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